Museos y centros de exposiciones se reinventan para ampliar su oferta cultural
No pocos centros en España transforman sus espacios en busca de una mayor y más rica vida cultural. Como muestra, el Palacio de Congresos de Sevilla, que en su necesidad de ampliar el aforo, ha incorporado un gran edificio autónomo y 35.000 metros cuadrados más. Otro gigante renovado, el centro Conde Duque de Madrid, suma ya 58.777 metros cuadrados, lo que le convierte en uno de los mayores contenedores de cultura de la capital. La sede de la Fundación Botín en Madrid y el Museo de Bellas Artes de Valencia son otros de los espacios restaurados.
El Palacio de Congresos de Sevilla, conocido como Fibes, es un hermoso naipe de pasarelas, rampas y escaleras. Este juego de alturas termina donde comienza el edificio: una sólida estructura permeable, casi transparente, que sirve a la ciudad de punto de encuentro y de plataforma de divulgación.
Ubicado al este de la capital andaluza, y a escasos minutos del aeropuerto y de la estación de tren de Santa Justa, el Fibes ha vivido recientemente una profunda reforma con el objetivo de llegar a las preocupaciones sociales y culturales de los ciudadanos.
Este singular recinto fue diseñado por Antonio Sáseta hace 20 años con un sólo fin: celebrar ferias y eventos de gran tamaño. Hoy no sólo sigue albergando grandes congresos y convenciones sino que, además, logra nutrir de cultura a la capital andaluza y a quien se anima a visitarlo. Entre aquel edificio de los años 90 y éste se interpone el trabajo de ampliación del arquitecto sevillano Guillermo Vázquez Consuegra. Con él, se añaden 35.000 metros cuadrados a los 55.000 del centro original. “Hacía falta incorporar un nuevo auditorio para grandes aforos y aumentar así la superficie expositiva”, comentan los responsables del Fibes.
Vázquez Consuegra resuelve las necesidades del centro construyendo un edificio nuevo, que aunque autónomo, es capaz de convivir con el espacio anfitrión. “No se trata de construir objetos ensimismados, aislados, que se depositan en cualquier ubicación; sino de enraizarlos en el lugar en el que se va a construir”, explica el arquitecto. El resultado es un edificio que compite en primera línea con los grandes palacios de congresos de España.
El proyecto de reforma de este conocido arquitecto sevillano permite integrar el edificio antiguo (Fibes 1) y el reciente (Fibes 2) sin ningún tipo de conflicto. Y en esta unión reaparece un nuevo conjunto arquitectónico compuesto por tres módulos: una pasarela cubierta de 3.000 metros cuadrados que une el actual edificio con el anterior y un espacio multiuso que ofrece una zona de restaurantes y salas de exposiciones. El tercer módulo está prácticamente dedicado al nuevo auditorio.

Palacio de Congresos de Sevilla.
Un gran edificio cubierto
La gran baza de la ampliación de Fibes se centra precisamente en este gran auditorio que se ha convertido en el mayor edificio cubierto de España y uno de los mayores de Europa. Con él, Sevilla podrá celebrar grandes eventos y adentrarse en un nuevo mercado como es el de los grandes espectáculos y producciones culturales. Este magno auditorio acoge generosamente un escenario de 620 metros. Ha sido diseñado con una platea central de 1.950 asientos que se colocan en diferentes niveles. Su estructura versátil permite organizar el espacio en función de la afluencia de visitantes, de modo que se puedan diseñar en él diferentes aforos (de 390 personas, 453, 843, 1.950, y hasta 3.557 personas en su máxima capacidad).
Además, el auditorio brinda la posibilidad de simultanear varios eventos a la vez, gracias a un sistema móvil de cerramiento. Dispone de varias cabinas de traducción, una cafetería, un guardarropa, tres salas VIP, sala de prensa, sala de TV, sala de videoconferencia y un espacio para ensayos y camerinos. En definitiva, cuenta con todo lo necesario para la celebración de congresos, convenciones y reuniones, pero también dispone de los elementos adecuados para acoger conciertos, musicales, teatros, recitales, galas, ballet, danza, etc.
Otra de las ventajas de esta nueva construcción es el número de grandes salas de reuniones con las que cuenta. La pasarela cubierta, que une el edificio antiguo y el nuevo, posee 13 salas para eventos de empresa y dos habitaciones multiusos, además de áreas expositivas, tanto exteriores como interiores con capacidad para albergar a 2.500 personas. Dentro del edificio multiuso hay 20 salas adaptadas a las nuevas tecnologías y diseñadas con tabiques móviles que ofrecen varias posibilidades según el evento que se celebre.
Mayor sensibilidad y proporción
La reciente reforma no sólo aporta más espacio al edificio. La arquitectura de Guillermo Vázquez Consuegra ofrece mayor sensibilidad y proporción a su esquema inicial. “De hecho, sus espacios están pensados para ser vividos y congenian a la perfección con los elementos del entorno”, aseguran en el Fibes. Lo nuevo convive en sintonía con lo que ya estaba, es decir, con la carretera que divide ambas parcelas, con el trazado ferroviario cercano, con la dimensión suburbana del territorio y con la arquitectura de la ciudad.
Lo que más llama la atención del edificio cuando uno se acerca es su transparencia y esa luz y amplitud que procede de su cúpula
Lo que más llama la atención del edificio cuando uno se acerca es su transparencia y esa luz y amplitud que procede de su cúpula. Sus impresionantes cascadas que bordean la plaza exterior del recinto son, de alguna forma, otro reclamo para los visitantes. La plaza que rodea el recinto tiene nada menos que 6.000 metros cuadrados. Teniendo en cuenta la buena climatología de Sevilla, pueden ser aprovechados muchos días al año como lugar de encuentro al aire libre.
El jardín interior juega un papel activo en la organización del espacio, clarificando circulaciones y facilitando la orientación del usuario. La pieza en rampa, apoyada sobre el edificio conforma un espacio exterior cubierto, un atrio y antesala que actúa de transición entre el palacio de congresos y la calle. Este acceso asciende suavemente hasta el vestíbulo. Bajo éste, discurre la carretera que conduce a los aparcamientos con capacidad para 900 vehículos.
La nueva propuesta arquitectónica de Vázquez Consuegra desempeña un papel fundamental para la promoción turística de Sevilla. El director general de Fibes, Gaspar Sáez, considera que “con el nuevo auditorio, la ciudad se afianza dentro del circuito de grandes urbes receptoras de eventos culturales y de reuniones de congresos”. Estima que Sevilla pueda convertirse “en la tercera ciudad española en este segmento”. De hecho, en el último año, el número de personas que visitaron el recinto ascendió a 1,5 millones.
El Palacio de Congresos de Sevilla persigue ser un centro plural y abierto que dé cabida a todo tipo de manifestaciones artísticas. Por eso una de las primeras iniciativas fue el espectáculo ‘20 años Camarón’, un emotivo homenaje al reconocido cantaor andaluz y que sirvió para inaugurar el nuevo auditorio en 2012. El centro tiene previsto acoger musicales como el mítico Grease (hasta el 06/01/2014), el espectáculo sobre hielo Peter Pan on ice (hasta el 27/01/2014) y ferias como la del Motor de Ocasión o Sevilla de Boda dedicada al negocio nupcial.

Palacio de Congresos de Sevilla.
Reavivar un antiguo cuartel
Otro ejemplo de renovación arquitectónica vinculada a la cultura y el arte es el Centro Conde Duque de Madrid. Los 58.777 metros cuadrados que suma tras la última rehabilitación (10.265 nuevos metros se añaden a los 48.512 ya existentes), lo convierten en unos de los mayores contenedores de cultura y de memoria histórica de la capital.
El Centro Conde Duque es un edificio superviviente. Construido en el siglo XVIII para alojar a las Reales Guardias de Corps, sufrió durante la historia no pocos avatares, guerras e incendios, que le llevaron casi a la ruina, a mediados del XIX. Aunque su uso inicial era exclusivamente militar: un cuartel construido por Pedro Ribera -uno de los más importantes arquitectos del barroco madrileño- se convierte en un centro cultural de la mano del arquitecto Julio Cano en los años 80.
Su auténtica transformación se gesta entre 2004 y 2005 con la redacción de un Plan Director, encargado por el Ayuntamiento de Madrid y cuya ejecución concluye en noviembre de 2011. La fachada, el Archivo de la Villa, la Biblioteca Histórica, la Hemeroteca Municipal, el Museo de Arte Contemporáneo y la Biblioteca Musical son algunas de las zonas que se han adaptado a los nuevos tiempos. “A la vez que se ordenaban todas estas áreas, se creaban otros espacios con el propósito de enriquecer la oferta cultural de la ciudad. Así se levantaron salas de exposiciones, un teatro, un auditorio, salas de ensayo y un nuevo observatorio, desde donde se divisa la ciudad”, dicen los técnicos de la obra del Área de Gobierno de las Artes, Deportes y Turismo del Ayuntamiento de Madrid. Todo, eso sí, sin descuidar el espíritu de aquel cuartel de antaño.
El proceso de rehabilitación no ha sido nada fácil: “por un lado, había que hacer muchas modificaciones simultáneas en unos plazos muy ajustados, y por otro, el edificio, al estar ubicado en una calle estrecha y céntrica (en la calle Conde Duque de Madrid) complicó aún más el proceso de ejecución”, afirman los responsables del plan. Pese a todas las vicisitudes y lejos de abandonos pasados, este enorme edificio se levanta hoy renovado después de un auténtico puzzle de intervenciones. “Se ha convertido en un centro cultural y de ocio de referencia, donde son programados de forma continua, talleres, obras, conferencias, conciertos, exposiciones, ferias y todo tipo de actividades culturales”, dicen sus responsables.
Lo primero que llama la atención de este extenso edificio es el aspecto regio e impecable de su fachada, que mide la friolera de 225 metros de longitud. El saneado y restauración de sus paredes suponen parte de los trabajos que han ido perfilando en estos años varios equipos de arquitectura, diferentes constructoras y un gran grupo de técnicos municipales.
“La supresión de los revocos rojizos que revestían las enormes fachadas, dejando al descubierto las grandes masas de ladrillo supone un cambio radical de su aspecto y responde a una visión más acorde con la arquitectura del último tercio del siglo XIX”, afirman los directores de la ejecución. Las fachadas han sido reformadas y pintadas en varias ocasiones y tras los incendios que sufrió el edificio en el siglo XVIII, se pintó en diferentes capas y tonos grises, repitiendo en 1915 un gris azulado pintado al aceite. En 1983 se eligió un rojo veneciano, tal vez para integrarlo en el barrio castizo de los últimos Austrias. Ahora, se ha apostado por recuperar el ladrillo natural que tenían las paredes, gracias, entre otros, al trabajo del estudio de arquitectura de Carlos de Riaño, en coordinación con la Dirección General de Patrimonio Cultural y Calidad del Paisaje Urbano del Ayuntamiento de Madrid.
La empresa CPA también ha jugado un papel fundamental en la rehabilitación de la fachada principal del edificio, y de algunas de las partes interiores. Ha sido la que ha desarrollado el análisis de las estratigrafías, es decir, el estudio e interpretación de las capas de las paredes y de sus hechuras registradas en las distintas épocas. “Esto ha sido la llave para entender las fases de acabado de la fachada, y muy útil para tomar las decisiones más acertadas en textura y cromatismo al desnudar el ladrillo”, argumenta José María Cabrera, uno de los artífices de este estudio y doctor en ciencias químicas.
Otra cosa que llama poderosamente la atención es el sumo cuidado con el que se ha restaurado su gran entrada, respetando su estilo barroco inicial, y las desorbitadas puertas hechas de nogal y pino, que abren paso al zaguán. Por él se accede al patio central, presidido por una impresionante portada interior. La inmensidad del patio traslada al visitante en el tiempo y lo sitúa de nuevo en las entrañas del viejo cuartel.

Centro Cultural Conde Duque de Madrid.
Nueva organización espacial
Una vez que se accede al interior, se observa que se han se ha demolido todas la divisiones y particiones, pero han permanecido los forjados de los pisos y los pilares que los sostienen. “La intención ha sido dejar diáfanas cada una de las plantas sobre las que se actúa, permitiendo mayor claridad para la organización espacial y para los usos de cada zona”, señalan los técnicos. La nueva ubicación de escaleras y ascensores ha sido determinante para ordenar todo el edificio.
El Plan Director del Ayuntamiento, redactado por los arquitectos Juan José Echeverría, Carmen Rojas y Justo Benito, se ha apoyado en un minucioso proyecto con el objetivo de mejorar y ampliar los espacios expositivos. Esto supone una nueva estructura que reúne, en la zona norte, todas las instituciones dedicadas a conservar y divulgar las colecciones y fondos municipales (el Archivo de Villa, la Hemeroteca Municipal, la Biblioteca Histórica, la biblioteca pública Víctor Espinós, la Biblioteca Digital y el Museo de Arte Contemporáneo).
La zona sur se destina a generar actividad cultural desde los nuevos espacios: un gran vestíbulo da la bienvenida a los visitantes, y desde aquí se accede a una cafetería, a la tienda-librería, a las salas de exposiciones, al auditorio, al teatro, a las salas de ensayo y al salón de actos. Una de las primeras intervenciones consistió en reubicar la Biblioteca Histórica. Para ello, se realizaron demoliciones de tabiquerías y materiales obsoletos aportando un aire contemporáneo, aunque manteniendo en alguna zona el espíritu de la obra realizada en los años 80. De este trabajo se ha encargado el estudio del arquitecto Jorge Ruiz Ampuero. El espacio cuenta con más de 216.000 volúmenes de entre los siglos XV y XXI.
La nueva intervención también ha reorganizado los accesos, oficinas y Centro de Apoyo a los Museos del Museo de Arte Contemporáneo (obra del arquitecto Jorge Ruiz Ampuero). Este lugar duplica su extensión anterior (de 2.332 a 5.454 metros cuadrados), lo que ha permitido incorporar un nuevo vestíbulo de acogida, aumentar su número de salas, mejorar los espacios administrativos e incorporar una biblioteca especializada y dos salas dedicadas a talleres didácticos.
De la Hemeroteca Municipal destaca el espacio para la sala de investigadores de doble y triple altura, con entrada de luz cenital indirecta a través de los lucernarios abiertos y cubiertas, lo mismo que el Archivo de la Villa, que se encuentra al otro lado del patio. Ambas obras son del arquitecto Carlos de Riaño. Este importante archivo ha duplicado su superficie, pasando de 3.729 a 9.316 metros cuadrados, conserva y difunde el patrimonio del Ayuntamiento desde 1525 para que, tanto los ciudadanos como la administración, puedan acceder a estos documentos únicos, como testimonio de su historia.
Este importante archivo conserva y difunde el patrimonio del Ayuntamiento de Madrid desde 1525 para que, tanto los ciudadanos como la administración, puedan acceder a estos documentos únicos, como testimonio de su historia
En la Hemeroteca Municipal se recogen diarios, revistas e impresos de cinco siglos, que están disponibles al público con la creación de nuevos espacios públicos (de 4.037 a 6.041 metros cuadrados).
Al dar una planta más al patio sur, en consonancia con el resto, se ha podido levantar un teatro en las plantas 1 y 2, una sala de exposiciones en la baja y otras salas en las espectaculares zonas de bóvedas del sótano. El teatro ocupa la doble altura y tiene capacidad para albergar a 253 personas. Con la dirección facultativa del arquitecto Justo Benito, este trabajo ha sido realizado por Alfonso Cano. Además, se crearon dos salas de ensayo, con 729 metros cuadrados, que podrán funcionar de forma independiente. El nuevo auditorio, obra de los arquitectos Juan Hévia y Nuria Ruiz, rehace el anterior construido en los años 80 y sólo conserva de él la estructura de acero.
En 1753, el cuartel del Conde Duque dispuso un observatorio militar que ocupaba una posición dominante en la parte más alta del edificio. El nuevo observatorio es un recuerdo al de antaño reconvertido en un espléndido mirador hacia el oeste de la ciudad. En definitiva, Conde Duque aumenta el número de servicios, espacios e instituciones, con la incorporación de cuatro nuevas salas de exposiciones (5.929 metros cuadrados) duplicando el anterior lugar para el arte (3.012 metros cuadrados). El presupuesto en todas estas intervenciones ha ascendido a 14,6 millones de euros en una primera fase, y a 37,8 millones, en una segunda.
El centro organiza numerosas actividades en forma de talleres, conciertos, actuaciones teatrales, exposiciones, cursos, coloquios y conferencias. Entre otras muchas actividades, tiene lugar una exposición de Arte Chino Contemporáneo hasta el 6 de enero de 2014, mientras en el teatro se representa la obra de Lope de Vega Fuenteovejuna, del 11 al 30 de noviembre, bajo la dirección de José Luis Arellano. Además, se convocan varias jornadas en torno al vino de Madrid, y en el terreno musical, hay una programación muy variada con conciertos para todos los gustos (música clásica, coros, pop, jazz, soul…,etc).

Centro Cultural Conde Duque de Madrid.
De fábrica a sede de la Fundación Botín
También de ladrillo visto es la nueva sede la Fundación Botín de Madrid, situada en pleno barrio de Salamanca, en Madrid. Los ladrillos siempre estuvieron aquí, en el interior del patio de manzana de la calle Castelló 18. Existen desde que el arquitecto Gonzalo Aguado levantó esta nave para albergar la Fábrica de Platería Espuñes en los años 20. Sin embargo, los materiales de la pared y suelos pasaban desapercibidos por las ruidosas máquinas que entonces inundaban el taller.
Los dueños de Vinçon, tienda de diseño barcelonesa, adquirieron el edificio en 1996, convirtiéndolo en un establecimiento moderno aunque poco luminoso, hasta que cerró en 2011. Este espacio de diseño, proyectado por Enrique Bardají, distaba mucho del estilo industrial y enladrillado de aquel taller. Poco después, la Fundación se fijó en este espacio para establecer en Madrid sus oficinas, que hasta entonces sólo tenía en Santander. Con este emblemático edificio, cubriría varios frentes: “reforzar su proyección internacional y alojar de forma unificada los equipos de Ciencia y Observatorio que venían trabajando de manera dispersa en la capital”, comentan en la Fundación Botín.
El trabajo de transformar la antigua tienda en un espacio para un uso diferente cayó en manos de Emilio Medina y Diego Varela, del estudio MVN Arquitectos, que convirtieron este edificio en una planta polivalente para actos (seminarios, conferencias y reuniones de trabajo) y otra para oficinas. “Queríamos volver a meter luz en el edificio, hacerlo más transparente y recuperar su imagen industrial con austeridad”, comentan.
La rehabilitación, que duró ocho meses, permitió dejar a la vista el ladrillo de los muros y las cerchas de hierro de la cubierta, poniendo en valor la esencia del edificio original. Se recuperaron lucernarios y se volvieron a abrir las ventanas de la fachada que permanecían tapiadas. Se abrió un nuevo hueco que une las dos plantas principales con un atrio a través del cual llega la luz natural hasta la planta baja, donde se han dispuesto unos árboles con su jardinera en el sótano. Las dos plantas quedan de este modo ordenadas en torno al nuevo hueco abierto y la linterna que corona este espacio sobre el atrio.
La rehabilitación, que duró ocho meses, permitió dejar a la vista el ladrillo de los muros y las cerchas de hierro de la cubierta, poniendo en valor la esencia del edificio original
“A medida que sus muros iban quedando desnudos y la luz natural invadía de nuevo cada rincón de la vieja nave, el edificio iba transformándose poco a poco hasta llegar al mágico resultado final, a partir del cual la vida en él se renueva”, comenta Emilio Medina. El resultado es un edificio moderno, amplio, luminoso, con cierto aire londinense. “Se trataba de recuperar valores de la nave original y la esencia de su carácter industrial, en consonancia con la actividad de la Fundación como motor de desarrollo del talento”, explica Medina.
Aunque las obras terminaron sin variaciones de costes y en el tiempo previsto, surgieron varios desafíos para los arquitectos. Al estar la sede ubicada entre calles estrechas, se presentó un problema de logística en la ejecución. “Disponíamos de un punto de acceso de apenas cuatro metros de ancho a través de un callejón entre dos edificios de vivienda, por lo que para trabajar tuvimos que emplear una grúa de gran tonelaje desde el patio de la parcela contigua”, explica Medina.
A eso hay que añadirle además, la dificultad de lograr mayor luz natural, teniendo en cuenta que se trata de un edificio protegido. “Las fachadas originales se respetan en materiales y acabado como elementos protegidos y se recuperan todos los huecos existentes, tapiados durante el uso anterior”, añade el arquitecto. La planta baja del edificio acoge las actividades destinadas al público. Es un espacio diáfano y flexible que dispone de dos particiones móviles, una opaca y otra transparente con cuatro posiciones posibles. Las múltiples combinaciones permiten organizar espacios diferentes a la medida de las necesidades del centro. La madera natural aporta calidez a este espacio, revistiendo suelo y techo. Las escaleras originales, una de ellas mecánica, han sido modificadas para adecuar su sentido a la nueva distribución y se eliminan dos de los pilares de la planta baja para permitir mayor amplitud.
La jardinería añade personalidad a la sede de la Fundación. Emilio Medina describe cómo los árboles, las tres bucidas que hay bajo el atrio principal, y originarias de Florida, llegaron hasta este espacio: “su traslado se hizo de madrugada ya que fue necesario cortar la calle durante varias horas debido a la dificultad de su descarga; aunque previamente habían sido llevados a Bélgica para su adaptación”. El madroño del exterior es originario de Gerona, donde fue recuperado de una expropiación al construir una carretera. Por su tamaño y edad, 85 años, es considerado un ejemplar único y fue reservado por Luis Vallejo Estudio de Paisajismo para un proyecto singular como éste.
La zona restringida de la planta primera se ha dividido con un tabique de vidrio moldeado en U con cámara, y el resto de particiones, con vidrio y carpintería de acero o aluminio. Siempre en color negro como el resto de elementos metálicos en todo el edificio. En definitiva, el edificio es un espacio amplio, transparente y luminoso. Una intervención que representa el deseo de la Fundación de transformar, crear y hacer algo distinto. Como lo hará también en Santander con el gran proyecto de su Centro de Arte Fundación Botín –ahora en construcción-, donde fusionará toda su oferta cultural y artística en un edifico de gran envergadura, diseñado por el arquitecto genovés, Renzo Piano.
Esta institución es una fundación familiar creada en 1964 por Marcelino Botín Sanz de Sautuola y Carmen Yllera, su mujer, para promover el desarrollo social de Cantabria. Hoy es una de las primeras fundaciones privadas de España por volumen de inversión social. Presidida por Emilio Botín, dispone de un programa de desarrollo artístico y cultural y tres de desarrollo socioeconómico: educación, ciencia y desarrollo rural. Con su Observatorio de Tendencias de Madrid persigue “descubrir claves que sirvan para generar riqueza y orientar el desarrollo”.

Sede de la Fundación Botín en Madrid.
Mejorar una pinacoteca relevante
Hacía falta rehabilitar el Museo de Bellas Artes San Pío V de Valencia, una de las pinacotecas más importantes del país que exhibe obras de Velázquez, Goya, Sorolla, Murillo, Juan de Juanes, entre otros muchos grandes pintores. El Ministerio de Cultura aprobó en mayo de 2013 un proyecto de rehabilitación para este museo, que supondrá resolver sus necesidades de espacio, de almacenamiento de obras de arte, y de orden en algunas áreas. El fin último de esta quinta remodelación será “liberar el máximo espacio posible para alcanzar los 4.500 metros de planta expositiva”, dicen fuentes del museo. También se sumará a la pinacoteca del centro un nuevo espacio para almacenar las numerosas pinturas.
Situado en la margen izquierda del antiguo cauce del río Turia, entre los puentes de la Trinidad y del Real, el Museo de Bellas Artes fue el Antiguo Colegio San Pío V, proyectado por el arquitecto barroco valenciano Juan Bautista Pérez en 1683. Con el paso del tiempo, el edificio ha ido aumentando su espacio en diferentes intervenciones. Por ejemplo, en la cuarta remodelación, acabada en 2004, se amplió el noreste del edificio creando una serie de salas de distinto tamaño, una superficie para alojar la exposición permanente, y nuevos almacenes. En total se habilitaron 15.000 metros cuadrados de museo.
Esta quinta fase será aún más importante que las anteriores. Durante tres meses, se realizarán obras en todas las plantas del centro, y su presupuesto rondará los 13,2 millones de euros. “Se trata de una rehabilitación integral de todo el conjunto del museo, que reforzará su estructura: forjados, techos, climatización, sistema eléctrico, fontanería, informática, seguridad, suelos, techos y puertas”, añaden las mismas fuentes. Se reformará también su fachada, sin afectar al edificio monumental y se cambiará el edificio claustral recuperando parte del forjado eliminado con anterioridad; se quitarán los balcones del mismo claustro (elementos añadidos en el siglo XIX) y se realizarán varios tratamientos contra la humedad.
Con un museo ya recuperado, al público valenciano le aguardan gratas sorpresas, además de contar con su valiosa colección de pinturas permanente. Como exposiciones temporales, el museo acoge hasta el 5 de enero de 2014 la ‘Obra invitada: Máscaras bailando del brazo’, de José Gutiérrez Solana (1886-1945) compuesta por seis óleos y una treintena de estampas, que ofrecen una representativa visión del conjunto de la trayectoria del artista. Hasta el 12 de enero de 2014 también se puede ver la exposición El arte de grabar de Ernesto Furió Navarro, experto en grabado calcográfico; en conjunto se exponen 53 obras entre dibujos, estampas y acuarelas, algunas de las cuales fueron premiadas en diferentes certámenes.
Por último, destaca el edificio Matadero Madrid, premiado por la FAD de Arquitectura en su edición 2012, en la categoría de ‘Edificio Industrial Recuperado’. Unas antiguas naves, dedicadas a matarifes de reses, se transforman hoy en un gran centro de producción de arte, cerca del río Manzanares y de la zona rehabilitada Madrid Río. La obra ha necesitado más de ocho años de reformas, 14 arquitectos e ingenieros diferentes aportando ideas nuevas, y un desembolso global de 76 millones de euros. Este singular proyecto es ya un referente para todas las disciplinas de dentro y de fuera Madrid. El teatro, el dibujo, la música, el diseño, la pintura, el cine, la moda, y cualquier forma de creación alternativa tienen cabida en sus 65.000 metros cuadrados.

Matadero Madrid.