17 agosto, 2010

Borja-Villel: “Una normativa fiscal más favorable permitiría que la inversión en arte aumentara”

Cristina Garrido
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Tras dos años y medio al frente del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, su director Manuel Borja-Villel repasa la transformación que el centro ha sufrido en este tiempo, los objetivos cumplidos y los retos que afrontará a partir de ahora. La reordenación de la colección permanente, la nueva política de adquisiciones, la colaboración con otros centros de arte contemporáneo y el trabajo constante para la continua modernización del museo, son algunos de los aspectos que aborda en esta entrevista.

 

Manuel Borja-Villel tiene su despacho en el edificio Jean Nouvel, la ampliación del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS), en el corazón de esa especie de ciudad interior que forma el complejo arquitectónico situado junto a la madrileña glorieta de Atocha. Desde allí se divisan las oficinas que forman el centro administrativo de una de las instituciones de arte contemporáneo más importantes del mundo. Borja-Villel, nacido en Burriana, Castellón, hace 53 años, se encarga de la dirección del centro desde enero de 2008. En este tiempo, el principal museo español de arte contemporáneo ha sufrido una profunda transformación. La colección permanente se ha reordenado, las exposiciones temporales han atraído nuevos públicos y se ha empezado a trabajar en el concepto de red para colaborar con otros centros y “convertir el museo en una institución de referencia del siglo XXI desde el Sur”, según explica el primer director de un museo público español elegido mediante concurso internacional de méritos. 

El balance de estos dos años que realiza este licenciado en Historia del Arte, con amplia experiencia en la gestión de museos, es positivo. Y eso, a pesar de la crisis. “Hemos ido poniendo en práctica la planificación que habíamos diseñado, aunque ha habido cosas que han tenido que ser modificadas sobre la marcha. Trabajamos en todos los frentes que habíamos establecido: Colección, discurso, educación, publicaciones, redes, organización... Algunos cambios son más visibles que otros, pero hemos avanzado mucho”. 

Desde luego, la transformación de lo que llamaríamos la esencia del museo, La Colección, es muy evidente, y va más allá de la nueva ubicación del Guernica de Picasso. “Tiene ahora un discurso”, explica su director, “que creemos está más estructurado que el anterior, aunque la base fundamental son las obras, que estaban ya aquí cuando nos incorporamos. Este año nos vamos a concentrar en los años 40 a 60 del siglo pasado. Parte del proyecto, por la crisis, se va retrasando un poco en cuanto a la adecuación de los edificios, pero ya preparamos para finales de 2012 o principios de 2013 una segunda gran presentación de la colección que incorporará las nuevas obras que hemos ido adquiriendo en este tiempo”.

En el tema de redes también se ha avanzado. El directivo señala que “por necesidad, tienes que trabajar con otros, abrirte a otras geografías y fundaciones y enriquecerte con lo que hacen otros. No podemos estar solos”.

Manuel Borja Villel, director museo reina sofía

Manuel Borja-Villel, director del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS),

VÍNCULO CON LA EDUCACIÓN

Ya está preparada la primera exposición que se realizará en el Palacio de Velázquez del Retiro y se han iniciado las reformas en el edificio Sabatini, el que antaño albergara el Hospital General de Madrid. También es muy significativo el contenido que se ha dado a los cursos y masters de arte en los que colabora el museo. La relación de la institución con la Universidad, de esta manera, se ha estrechado mucho y se ha puesto en marcha un esquema más transversal. Es tal vez donde más se nota la formación del director del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Porque Borja-Villel quería ser investigador cuando, después de licenciarse en Historia del Arte en Valencia, se marchó a Estados Unidos a completar su formación, primero en la Universidad de Yale y, más tarde, en la de Nueva York.

Hay que trabajar por la modernización del Museo para poder adaptarnos mejor a las circunstancias históricas y sociales en las que vivimos.

La educación ha sido una de las apuestas del museo para este año, en el que se reforzará el equipo dedicado a esta actividad que va a multiplicar su oferta para todos los públicos. También se van a potenciar las publicaciones, más allá de los catálogos convencionales, tras la estela de éxito de algunas de las monografías que se han realizado sobre Picasso o Juan Muñoz, entre otros artistas.

Otro de los retos será colocar al Reina Sofía en el circuito nacional e internacional de los museos que organizan exposiciones itinerantes. El objeto es ofrecer obra que no se puede exponer de forma permanente y abrir un mercado de intercambios para, además de generar ingresos, ser receptores de otras exposiciones. 

Uno de los objetivos que, desde su llegada al Reina Sofía, se habían marcado Borja-Villel y su equipo era conseguir que el museo se transformara en sociedad estatal, “o cualquier otra forma jurídica que nos dote de una estructura que nos permita funcionar con autonomía y flexibilidad. Seguimos en ello. Hay que trabajar por la modernización del Museo para poder adaptarnos mejor a las circunstancias históricas y sociales en las que vivimos y dotarnos de mejores equipos”.

 

EL PRESUPUESTO

A diferencia de otras instituciones similares en Europa, el 90 por ciento de los ingresos del museo los proporciona el Estado. El presupuesto del Reina Sofía es de unos 54 millones de euros anuales. El primer ejecutivo de la institución señala que “estamos muy lejos de los anglosajones en estos temas. Tener más recursos nos permitiría ser más flexibles para adaptarnos a las circunstancias del mercado”.

La crisis, precisamente, ha permitido sacar al mercado obras que antes no estaban en venta. Esa es la parte positiva, explica Borja-Villel, “pero las obras de arte buenas no han bajado de precio. La calidad hay que pagarla”. Y pone como ejemplo la escultura de Giacometti que fue subastada el pasado mes de febrero en Sotheby’s y que alcanzó la cifra récord de 104,3 millones de dólares. 

El director del Museo Reina Sofía reconoce que en España hay poca inversión privada en arte y que “una normativa fiscal más favorable permitiría que ese tipo de inversión aumentara. También queremos animar a que haya donaciones, como las que hemos tenido en estos últimos dos años, que son muy importantes para nosotros porque nos permiten contar con obras que son casi imposibles de adquirir en el mercado”.

El Museo ha recibido obras como el legado Brassaï, o recientemente dos cuadros del pintor estadounidense Morris Louis, que han sido donados por su viuda. 

La colección sigue así reforzándose y creciendo. Durante 2009, el Reina Sofía adquirió  obra de un centenar de artistas, entre los que destacan Francisc Picabia, Juan Muñoz, Mira Schendel, Manuel Barbadillo, Jon Sistiaga, Robert Smithson, Manuel Millares,  Pedro G. Romero o James Coleman por unos 8,2 millones de euros. En la edición de ARCO de este año, la institución destinó 300.000 euros a la compra de 12 obras de artistas españoles e internacionales para aumentar sus fondos e ir cubriendo los periodos artísticos en los que pueda haber algún tipo de carencia. La previsión total de gasto en compras para este año es de unos 10 millones de euros.

Su colega y amigo, Vicente Todolí, que dirige la Tate Modern de Londres, dice que el Centro Pompidou de París tiene la mejor colección de arte moderno del mundo. Una opinión en cierta forma compartida por Borja-Villel. “Yo creo que el MOMA de Nueva York posee la mejor colección moderna y el Pompidou tiene la más completa en el siglo XX. Pero la nuestra, en ciertos aspectos de las vanguardias históricas es también muy importante, y ahora estamos reforzando los años 60 y 70”.

Museo Reina Sofia Madrid

Fotografía: Joaquín Cortés / Román Lores.

A TENOR DE LOS CÓDIGOS ÉTICOS

Este castellonense, que realizó su tesis doctoral sobre Tápies y que posteriormente se encargó de poner en marcha la fundación de este artista en Barcelona, parece razonablemente satisfecho con la marcha del Museo que dirige. Las cifras de visitantes son buenas y, salvo la polémica con el Guernica de Picasso, dice no haber tenido demasiados roces con la Administración. “Yo, la verdad, es que no he sufrido ninguna interferencia política. Desde el Ministerio (de Cultura) están siendo muy respetuosos con todo lo que hacemos y yo me siento muy respaldado”, explica. Esa es una de las ventajas de no haber sido nombrado por el Gobierno para el puesto.

El director del Reina Sofía accedió al cargo poco después de que entrara en vigor el Código de Buenas Prácticas. El Plan de modernización de las instituciones culturales de la Administración General del Estado había sido aprobado unos meses antes, en septiembre de 2007. Ese Plan se centraba en la implantación de prácticas de buen gobierno para mejorar la calidad de los servicios. Siguiendo las reglas de ética del Consejo Internacional de Museos (ICOM) y las recomendaciones de la OCDE para la gestión de conflictos de intereses en el sector público, el Ministerio de Cultura, que en aquella época dirigía César Antonio Molina, había suscrito con los representantes del sector del arte contemporáneo un código específico para los museos y centros de arte contemporáneo que guiaron el proceso de modernización que se había puesto en marcha. Con esa referencia, el MNCARS redefinió las líneas del organismo y aplicó un nuevo sistema de selección del director de la institución. 

Así, se constituyó un Comité de expertos para elegir, a través de un concurso de alcance internacional, la persona idónea para dirigir el Museo, de acuerdo con el proyecto más coherente e interesante para la institución. El patronato del museo desarrolló las líneas generales a las que habían de ajustarse las candidaturas. El Comité de expertos estuvo formado por destacados especialistas españoles y extranjeros y presidido, por delegación del Ministro, por José Jiménez, Director General de Bellas Artes y Bienes Culturales. Fueron miembros del mismo personalidades tan relevantes como la directora de Jeu de Paume de París, Marta Gili, o Hans Ulrico Obrist, co director de exposiciones y programas y director de proyectos internacionales de la Serpentine Gallery de Londres. 

Se presentaron 29 candidaturas, pero la elección de la de Borja Villel se produjo por unanimidad. El elegido tiene un contrato de alta dirección por cinco años, con su correspondiente cláusula de indemnización. Los cinco años pueden ser renovables en dos periodos más si el patronato considera que su gestión es satisfactoria. La duración del contrato se ha establecido así para que vaya más allá del calendario de las legislaturas políticas, que son de cuatro años, y cesen los bailes de directores en función del partido que gobierne.

Borja-Villel señala que el conflicto con el Museo del Prado por el Guernica realmente no ha existido y que la polémica sólo ha estado en los medios. “Nunca se ha planteado el traslado oficialmente, y está claro que el cuadro no se puede mover de su actual ubicación”. Es un tema que el directivo da por zanjado.

Fotografía: Joaquín Cortés / Román Lores.

CADA CIUDAD CON SU MUSEO

En opinión de este ejecutivo, la enorme proliferación de museos de arte que ha habido en España durante los últimos años es, en líneas generales, positiva. “Cada ciudad debería tener su museo de arte”, indica. “Si vas a Alemania, cualquier pueblecito tiene uno. Pero aquí ha fallado la planificación y ha faltado coordinación. Es absurdo que todos tengamos lo mismo. Se ha hecho mucho énfasis en la piedra, en la construcción de edificios pero luego ha habido poco dinero, poca dedicación a los proyectos, poco pensamiento sobre cómo se estructuraban todas estas colecciones y ha habido unos ciertos modelos que se han ido imitando. Ha habido una época en la que se ha priorizado más el continente, los edificios que los albergan, que el contenido. Los museos deben crecer con racionalidad y parece que eso ya se está consiguiendo”.

Lo que también parece claro es que a la gente le gusta acudir a los museos. “El boca/oreja es lo que mejor funciona”. Y la prueba es que el año pasado, la exposición de Juan Muñoz que organizó el Reina Sofía recibió casi medio millón de visitantes, más que la de Joaquín Sorolla en el Museo del Prado, que fue contemplada por 459.267 personas, sin que se hiciera una gran campaña para su presentación. “La clave está en crear estructuras que lleguen a distintos públicos. La exposición de Juan Muñoz fue un récord y la que permitió que superáramos los dos millones de visitantes en 2009. Hemos aumentado un 15% las visitas el pasado ejercicio y el crecimiento ha sido del 33% en estos dos años”. 

 

MOTORES DEL ARTE CONTEMPORÁNEO

Borja-Villel, al que algunos críticos han acusado de practicar una política un tanto elitista, considera que “las exposiciones no tienen que gustar a todo el mundo, no tienen que ser masivas, reflejan lo que se crea en un momento determinado. No tratamos de atraer públicos, sino de ser motores del arte contemporáneo”.

La calle debe ser un espacio público, no un museo. Hemos llenado los centros urbanos de cosas y hay que aligerarlos.

Nada más y nada menos. Lo dice uno de los pocos profesionales con experiencia real del sector, porque Borja-Villel, después de dirigir el museo de la Fundació Antoni Tàpies de Barcelona (a petición del propio artista), se encargó, durante diez años y hasta su llegada al Reina Sofía, de pilotar el Museu d’Art Contemporani de Barcelona (MACBA), donde se han programado exposiciones tan importantes como las dedicadas a Luís Gordillo, Raymond Hains, Richard Hamilton, William Kentridge, Perejaume, Michelangelo Pistoletto, Gerhard Richter, Martha Rosler o el propio Tàpies, entre otros. 

En muchas ocasiones Manuel Borja-Villel ha criticado que algunos museos se hayan concebido para regenerar algunas zonas de las ciudades y tampoco se muestra entusiasmado con que haya obras de arte en la calle. “Yo no soy muy partidario del arte en la calle. Está claro que la ciudad moderna es indisociable de la intervención artística, pero la calle debe ser un espacio público, no un museo. Hemos llenado los centros urbanos de cosas y hay que aligerarlos, descargarlos de elementos, incluso artísticos”.

 

Fotografía: Joaquín Cortés / Román Lores.

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