Momento crítico para hacer realidad un segundo Guggenheim en tierras vascas
Elías LarrrinagaLa sociedad vasca, que en los años noventa vio renacer su impronta de ciudad vinculada con las vanguardias artísticas al ponerse en marcha el proyecto Guggenheim de Bilbao, ha visto ahora una nueva oportunidad con el hipotético Guggenheim de Urdaibai. Coincide este proyecto con el anterior en la dificultad económica del momento en que se plantea y en el interés social que ha despertado, pero a diferencia del museo de Bilbao, el que se proyecta en el Parque Natural de Urdaibai no ha conseguido la necesaria unidad política. El segundo Guggenheim en tierras vascas está aún en el centro del debate.

Bilbao, junto a Barcelona, fue la ciudad precursora de la modernidad artística de España a finales del siglo XIX gracias fundamentalmente al poder económico que le proporcionaba su próspera economía, que permitía a su burguesía y a las industrias comandada por ésta comprar arte, un factor decisivo para que surgieran artistas. Una sociedad, la vasca liberal, con una necesidad imperiosa de dejar la pobreza intelectual de la aldea, y que aprovecharía la herramienta inmejorable del lenguaje artístico para penetrar en un nuevo orden mental y cosmopolita. El arte y los artistas se integraban de lleno en una sociedad civil que necesitaba diferenciarse, abrazando las nuevas corrientes provenientes de París.
Regoyos, Durrio, Iturrino, Zuloaga son notables ejemplos de este alumbramiento, timorato en cualquier caso para adoptar las corrientes artísticas más radicales. Las vanguardias radicales no se entenderían hasta muchos años más tarde, perdiendo en el camino alguna oportunidad para ir absorbiéndolas. Fue el caso del genial Aurelio Arteta nombrado director del Museo de Arte Moderno de Bilbao en 1924, cargo que tuvo que dejar tres años más tarde por discrepancias en la política de adquisiciones (ni siquiera Gauguin es aceptado).
Tras la guerra civil y los cuarenta años de barbecho cultural del franquismo, de manera inesperada y no exenta de críticas, en un panorama de crisis económica brutal, se produce un hito fundamental para la recuperación de la pujanza artística vasca, en este caso del lado de la oferta. Se firma en 1991 el acuerdo entre las instituciones vascas, Gobierno y Diputación de Vizcaya, y el Patronato de la Salomón R. Guggenheim Foundation, para desarrollar el proyecto del Museo Guggenheim de Bilbao. Dos años después se pone la primera piedra del museo que construirá el arquitecto estadounidense Frank Gehry. El 19 de octubre de 1997 abre sus puertas el colosal templo artístico, con un éxito internacional sin precedentes en la consecución de los objetivos propuestos, que no eran otros que contribuir al conocimiento y disfrute del arte moderno y contemporáneo y los valores que éste representa, sirviendo además para eliminar la imagen de decadencia de Bilbao y convertirse en un símbolo de valor incalculable para mostrar la vitalidad del País Vasco.
El Guggenheim de Bilbao costó algo menos de 100 millones de dólares de la época, y hay estudios que cifran el retorno económico aportado hasta la fecha en 2.100 millones de euros en gasto directo de los visitantes, unos 400 millones de recaudación de impuestos por parte de la Hacienda vasca y 2.000 millones de euros de contribución al PIB, además de la creación de 4.354 puestos de trabajo.

Construcción del Guggenheim de Bilbao.
VALOR DE MARCA
Pero sobre todo, el museo ha convertido a Bilbao en una ciudad conocida a nivel mundial, con todo lo que ello supone como valor de marca para otras actividades, especialmente como tracción del negocio artístico-cultural, colocando al País Vasco en los circuitos internacionales de turismo cultural, arropado por otros ilustres como son Txillida Leku, Museo Oteiza, Atrium de Vitoria y el Bellas Artes, también de Bilbao.
Con estos antecedentes claramente demostrativos de la incidencia de la oferta cultural en la nutrición intelectual de la ciudadanía, y del valor cultural que se extiende al ámbito mercantil, se explica bien que la Diputación de Vicaya sorprendiera el año pasado con el anuncio de su intención de promover en el parque natural y reserva de la biosfera de Urdaibai un nuevo museo Guggenheim. El proyecto, en palabras del diputado general José Luis Bilbao “fortalecerá en los próximos 20 años al buque insignia, y será un ejemplo ante el mundo de la capacidad para vincular el arte con la sostenibilidad y el entorno natural como actividad económica”.
El proyecto, que al igual que el anterior, surge en un momento crítico de la economía, encaja en los objetivos del plan vasco de la cultura de incrementar la cadena de valor cultural, desde la creación hasta los usuarios y beneficiarios de aquella, además de aumentar la profundidad espacial, al llegar a zonas no urbanas.

CUESTIÓN DE NÚMEROS
En la primera semana de octubre se presentó al comité ejecutivo del Guggenheim de Bilbao los estudios preliminares sobre el proyecto. Con un primer coste estimado en 200 millones de euros, alrededor de 40 millones más de lo que costará el nuevo campo de fútbol de San Mamés, se estima que el nuevo museo, con 148.000 visitantes previstos, genere 85,7 millones de euros anualmente, de forma directa, indirecta o inducida, con unos ingresos fiscales que se aproximarían a los 20 millones y una aportación al PIB vasco de 44 millones. La creación de empleo superaría los 900 puestos de trabajo.
La Diputación de Vizcaya, bajo control político del PNV, asumiría la mitad del coste, 100 millones, y confía en que el Gobierno vasco se integre en el proyecto. Por el momento, estos planes no son del agrado de Vitoria, no habiendo pasado siquiera por el tamiz del Consejo Vasco de la Cultura ni de la Comisión Interinstitucional. La consejera de Cultura, Blanca Urgell, aseguró el pasado mes de octubre que “no es el momento” de construirlo y no tiene claro el éxito de una réplica a 40 kilómetros de la capital vizcaína. No obstante, su negativa está condicionada al estudio de los dos planes, medioambiental y cultural, que deben presentarse.
Conscientes de la gravísima situación económica, con una caída en la recaudación fiscal del 25%, la Diputación coincide en que el proyecto debe retrasarse, pero lo considera “una cuestión estratégica de futuro” y subraya que “no corre el riesgo de quedarse en un cajón”.
La diputada de Cultura, Josune Ariztondo, ha insistido siempre en que el Guggenheim de Urdaibai no es concebido como una réplica del de Bilbao, y habla de un “nuevo paradigma cultural” para el visitante, aunando arte, naturaleza y educación, con actividades para que participe y disfrute del emplazamiento. “Será mucho más que una visita de dos o tres horas a un museo. En el entorno privilegiado de Urdaibai se puede pasar el día visitando desde los restos romanos de Forua, hasta la Ola de Mundaka” (un lugar único en el que practican surfistas de todo el mundo).
Hay idea también de crear espacios expositivos, amplios y versátiles abiertos a todos los formatos y modalidades, y fortalecer la red de museos Guggenheim, que ahora trabaja en uno nuevo en Abu Dabi, también de Gehry, aprovechando al máximo todas las obras con las que cuenta la Fundación Guggenheim.
Los planes servirían para acercar una comarca hermosa, pero con escasa actividad económica, más allá de la turística de temporada, a la capital, ya que la Diputación se ha comprometido a realizar obras viales de gran calado.
El mundo artístico ha expresado sus dudas sobre el proyecto. José Ibarrola, creador del bosque de Oma en la propia reserva de Urdaibai, una obra artística natural formada por pinos pintados, criticaba en una entrevista concedida a El Correo que “lo que más vale ahora es lo económicamente rentable, lo políticamente correcto y el mimetismo cultural” y se lamentaba del poder político ejercido sobre el arte siendo la reina de aquél “una gigantesca red de museos, salas y ferias auspiciadas y financiadas con dinero público, y por consiguiente bajo control político”.
El público, como masa informe dispuesta a ser conformada en los gustos, es deslumbrado por la mercantilización del arte y gusta del esplendor de edificios formidables levantados por arquitectos estrella que pretenden generar iconos de postal, pero en el caso de Bilbao nadie podrá discutir el maná que ha supuesto el Guggenheim de Gehry. No es de extrañar por tanto, que esta vez, la nueva apuesta encuentre el apoyo ciudadano. Es arriesgada y novedosa y tiene ciertamente un reclamo, un señuelo, extremadamente atractivo porque es actual y posmoderno: Sostenibilidad y Arte.

“Es un nuevo modelo que aúna cultura, naturaleza y belleza paisajística”
ENTREVISTA CON JUAN IGNACIO VIDARTE. Director del museo Guggenheim de Bilbao y director general de Estrategia Global de la Solomon R. Guggenheim Foundation
El director general Juan Ignacio Vidarte (1956) es uno de los artífices del éxito del museo bilbaíno, habiendo estado involucrado desde los comienzos en la ejecución del proyecto, ya que fue nombrado en 1992 director gerente del Consorcio del Proyecto Guggenheim Bilbao. Ilusionado con conseguir que a largo plazo el nuevo Guggenheim de Urdaibai sea una realidad y se sume a la red de 67 museos y colecciones de la Comunidad Autónoma, contesta a las preguntas de AENA Arte.
Pregunta- ¿Considera el Guggenheim una prioridad llevar a buen puerto el proyecto del nuevo museo en Urdaibai?
Respuesta- El Patronato de la Fundación del Museo Guggenheim Bilbao aprobó en diciembre de 2008 su Plan Estratégico 2009–2012 en el que se revisan la visión, los objetivos y las metas que la institución se plantea para el siguiente cuatrienio.
Durante el período de reflexión encaminado a la elaboración de este Plan, se llevó a cabo un análisis del contexto global y de la futura situación de las instituciones culturales, que evidenció la complejidad del panorama venidero y la necesidad de adaptarse a nuevos públicos cada vez más exigentes. Por ello, y para dar cabida a una serie de proyectos estratégicos que permitieran al Museo Guggenheim Bilbao desplegar todo su potencial más allá de 2012, se estableció un nuevo horizonte temporal en el año 2020 en el que abordar y desarrollar iniciativas a más largo plazo, entre las que se cuenta esta ampliación del Museo Guggenheim Bilbao en Urdaibai.
P. ¿En qué situación se encuentra el desarrollo del proyecto?
R. En el momento actual se están llevando a cabo una serie de estudios sobre los factores críticos de éxito de este proyecto dentro del marco de un convenio firmado con la Diputación Foral de Bizkaia el pasado 11 de junio. Algunos de estos estudios se han completado a fecha de hoy —Modelo conceptual del nuevo museo, Encuestación de visitantes y análisis de mercado, Análisis urbanístico de la parcela, Informe geológico-geotécnico de los terrenos y Fórmulas legales para la selección del arquitecto—; aún existen otros que están en curso y que se espera concluyan a finales de este año.
P. ¿Qué tipo y modelo de museo apoyaría Guggenheim para Urdaibai?
R. Para formular una serie de cuestiones preliminares en torno al modelo conceptual que deseamos implantar, reunimos a un grupo de expertos de muy diferente ámbito profesional (artistas, arquitectos, urbanistas, científicos, escritores, críticos, etc.) y de procedencia geográfica diversa para debatir en torno a estos temas desde perspectivas abiertas y multidisciplinares que enriquecieran las discusiones y sus conclusiones.
Los resultados de estas reflexiones se plasman en un modelo conceptual que parte de la premisa de no ser una repetición del Museo Guggenheim Bilbao (es decir, no se plantea como una extensión del edificio existente), sino que se concibe como una “ampliación discontinua”, tanto física como conceptualmente, ubicada en un paisaje singular fuera del entorno urbano, que permitirá desarrollar nuevos proyectos, fortalecer alianzas y relaciones, y poner en marcha iniciativas novedosas y creativas. Este modelo se plasma en una serie de “imágenes” que convivirían en el nuevo museo de Urdaibai:
- El lugar: creación de un entorno, una identidad, una experiencia.
- La factory: el proceso de creación como factor de atracción.
- La residencia: centro de creación en permanente cambio.
- El laboratorio: experimentación e interrelación con otras disciplinas.
- Davos: el encuentro de expertos para “provocar” actividades.
- El Kunsthalle: sala dinámica de exposiciones.
- La nube: las actividades del nuevo museo transcenderían los límites físicos del emplazamiento, integrando el entorno cultural más próximo.
En conjunto, este modelo podría conformarse como un museo cambiante, que puede ser “grande” o “pequeño”, que se transforma y se construye continuamente.
P. ¿Necesitan las instituciones vascas un nuevo museo, o un proyecto similar, para reforzar la relación con Guggenheim?
R. Como se decía anteriormente, el Guggenheim Bilbao Urdaibai no nace para reforzar la identidad del Museo Guggenheim Bilbao, que es singular y única dentro de la red de Museos Guggenheim, sino que se concibe para desplegar el potencial estratégico de esta institución con un nuevo modelo que aúna cultura, naturaleza y belleza paisajística, y que le permite explorar nuevas actividades, desarrollar nuevos proyectos en el ámbito cultural, y convertirse en un nuevo paradigma para el siglo XXI como lo fuera el Museo Guggenheim Bilbao en su momento.
P. ¿Hay algún apoyo directo en el Museo Guggenheim Bilbao a los artistas vascos?
R. Dentro de las líneas maestras y los criterios que guían las adquisiciones que el Museo Guggenheim Bilbao realiza para su Colección Propia está el especial interés por el arte vasco y español. Ello se traduce en una nutrida selección de artistas de nuestro entorno (un 33% del total de artistas presentes en la Colección Propia), tanto de la generación de Eduardo Chillida o Jorge Oteiza, como de una generación intermedia (Cristina Iglesias, Txomin Badiola, Prudencio Irazabal o Darío Urzay), hasta llegar a los medios de expresión de los creadores más jóvenes, de quienes recientemente el Museo realizó una adquisición de doce piezas a otros tantos artistas vascos.
Este interés también es evidente en la programación artística del museo, que ha dedicado muestras monográficas a creadores como Chillida u Oteiza, ha programado laboratorios dedicados a obras de la colección a cargo de artistas vascos como Jesús M. Lazkano o Koldobika Jauregi y realizados gracias a su participación directa, y ha incluido trabajos de otros creadores en colectivas como La Torre Herida por el Rayo: Lo Imposible como Meta; Incógnitas: Cartografías del arte contemporáneo en Euskadi; o Chacun à son goût, por citar algunas.
