21 julio, 2010

El sector aeronáutico se afana en conseguir un cielo más verde

Laura Ordóñez
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La actividad aérea ensucia nuestros cielos. Una realidad ineludible que desde hace algunos años se está intentando paliar desde diferentes frentes: organismos internacionales, compañías aéreas, aeropuertos y constructores aeronáuticos. Todos ellos han puesto en marcha medidas para conseguir reducir las emisiones de CO2, desde el “aterrizaje ecológico” hasta la compraventa de derechos de emisión o la modernización de la flota por parte de las aerolíneas.

 

El peso de la aviación comercial en la contaminación del planeta es porcentualmente reducido en relación al resto de sectores económicos, aunque es el que crece de manera más acelerada: las emisiones se han incrementado en un 87% desde 1990 y, si no se adopta ninguna medida, se habrán duplicado en 2020.

Actualmente, las compañías aéreas son responsables del 3% de las emisiones globales de Gases de Efecto Invernadero (GEI), principalmente de dióxido de carbono (CO2) y de algunos óxidos nitrosos (NOx). En el caso del sector aéreo español, las cifras también son preocupantes. Según datos del Ministerio de Medio Ambiente, el tráfico aéreo generaba 4,1 millones de toneladas de CO2 en 1990, mientras que en 2005 se situaban en 6,9 millones de toneladas, lo que supone un incremento del 67%.

La crisis económica mundial está influyendo en la industria aérea (las pérdidas del sector se cifran en 3.570 millones de euros para este año) y, por tanto, en la reducción de emisiones de GEI. Según la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA), se prevé que las aerolíneas reduzcan sus emisiones de carbono cerca de un 7% en 2009 (el 5% como consecuencia de la recesión y el 2% por la estrategia medioambiental impulsada). En este contexto, la IATA se ha propuesto dos retos: no incrementar las emisiones de dióxido de carbono a partir de 2020, a pesar del crecimiento de la aviación comercial, y reducir estas emisiones a la mitad en 2050. Una de las medidas que ha impulsado para conseguirlos es cambiar la forma en que los aviones comerciales aterrizan. Los denominados “aterrizajes ecológicos” se harían efectivos a partir de 2013 en 100 aeropuertos europeos. La idea es que los aviones desciendan desde la altitud de crucero hasta la pista de aterrizaje en un suave deslizamiento, lo que permitirá a cada uno ahorrar hasta 450 kg. de CO2 por aterrizaje.

CRJ900 - SAS.

Mercado de derechos de emisión
La Comisión Europea adoptó en 2006 una propuesta legislativa para incluir la aviación en el régimen comunitario de comercio de emisiones que el Consejo finalmente aprobó en 2008. Según esta directiva, las aerolíneas que operen en aeródromos de la UE podrán comprar y vender permisos para poder emitir CO2 a la atmósfera a partir de 2012. El Estado miembro asignará a cada uno de sus operadores que lo soliciten una cantidad anual máxima de emisiones, según un ratio definido por la Comisión Europea que se basará en la carga transportada por km. recorrido durante el año 2010 para cada uno. Las aerolíneas que quieran sobrepasar esta cuota máxima deberán comprar permisos de otros operadores ya sujetos al esquema que no hayan usado sus créditos porque han logrado reducir sus emisiones. Esta medida recortaría cada año 183 millones de toneladas de CO2 y las compañías podrían transferir el coste teórico de los derechos de emisión a sus clientes (el precio de los billetes se incrementaría entre 2 y 40 euros).

La Asociación de Aerolíneas Europeas (AEA), que aglutina a 31 compañías, ya ha protestado por esta iniciativa ya que considera que perjudicará la competitividad del sector aéreo y apenas tendrá un impacto significativo para el medio ambiente. La propuesta de la AEA pasa, por el contrario, por la implantación real del Cielo Único Europeo, lo que permitiría un ahorro anual de unos 3.000 millones de euros y una reducción de las emisiones de CO2 de 12 millones de toneladas. Hay que tener en cuenta que, por ejemplo, los 123 km. de la ruta Londres-Madrid podrían evitarse si ésta fuese más directa. Si multiplicamos estos números por los 4.500 vuelos anuales que se realizan en este trayecto, el kilometraje adicional asciende a cantidades astronómicas, lo que se traduce en miles de kilos de CO2 suplementarios por vuelo. La causa se encuentra en la fragmentación del espacio de la Unión Europea en 27 cielos nacionales, a pesar de que hace cuatro años se aprobó un paquete legislativo para crear un cielo europeo único.

 

Las aerolíneas que operen en aeropuertos de la UE podrán comprar y vender permisos para poder emitir dióxido de carbono a la atmósfera a partir de 2012, una medida que recortará cada año 183 millones de
toneladas de CO2.

Las aerolíneas toman la iniciativa
Algunas compañías aéreas ya están trabajando para minimizar tanto la contaminación atmosférica como la acústica ¿Cómo? Con el programa de compensación de CO2, con una flota ecoeficiente (E-jets), utilizando motores más silenciosos y menos contaminantes, probando combustibles alternativos e incluso con medidas a bordo del avión.

Desde 2005, algunas aerolíneas permiten a sus clientes compensar, de forma voluntaria, las emisiones que generan durante sus vuelos y abonar un suplemento en el precio de su billete para que este dinero se invierta en energías renovables, reforestación de árboles o cualquier otra medida ecológica. British Airways (BA) fue la primera en ofrecerlo, aunque le siguieron otras como Scandinavian Airlines (SAS), Air France-KLM, easyJet, Delta Air Lines o Spanair. Desde SAS explican que “cuando los clientes compran un billete pueden calcular sus compensaciones de carbono en su página web, desde donde son redirigidos a la website de CarbonNeutral en la que tienen la posibilidad de calcular y desagraviar las emisiones generadas por su viaje”. El coste varía en función del punto de origen y el destino. Así, un pasajero que vuele con SAS de Madrid a Copenhague podrá enmendar los 300 kg de CO2 por 4,50 euros por trayecto. Al mismo tiempo, el cliente puede elegir cómo compensar sus emisiones, destinando el dinero a diferentes programas como el desarrollo de plantas de energía eólica en Mongolia, India o Nueva Zelanda.

Otra de las medidas implantadas por las compañías aéreas para ser más “verdes” es la modernización de su flota. Es el caso de British Airways (BA), que ha diseñado el plan One Destination para reducir el impacto medioambiental de sus vuelos. Entre las más de 80 actividades y cientos de proyectos de este programa destaca la optimización de su flota con aviones de Airbus, Boeing y Embraer más limpios y silenciosos. En 2007 BA anunció la compra de una nueva flota para sustituir 21 aviones Boeing 767-300 y 57 aeronaves Boeing 747-400 por 12 aparatos Airbus A380 y 24 aviones Boeing 787. Según explican fuentes de la aerolínea británica, “el A380 consume un 17% menos combustible por asiento que el Boeing 747 y emite un 10% menos de emisiones de NOx que el B747-400, mientras que el B 787 consume un 30% menos de combustible y emite un 46% menos de emisiones de NOx que el B767. Además, tanto el A380 como el Boeing 787 sólo generan la cuarta parte del impacto acústico que produce el B747-400”.

Otra de las aerolíneas que más esfuerzos está realizando para contaminar menos es SAS, que cuenta con una nueva generación de aviones compuesta por Bombardier CRJ 900 y Boeing 737. Los primeros realizan un uso más eficiente del combustible, por lo que generan menos emisiones de CO2, y son cuatro veces más silenciosos que el modelo anterior; mientras que los B737 disponen de unos dispositivos aerodinámicos en los extremos de las alas (winglets) con los que, en función del recorrido, se puede ahorrar entre un 1 y un 5% de combustible. La aerolínea nórdica también está implantando medidas a bordo como la utilización de platos y cuberterías no desechables y muy ligeras o el reciclaje de la mayor cantidad posible de desecho.

British Airways Boeing 787.

Lufthansa e Iberia, con la cultura verde
“Uno de los objetivos de Lufthansa es reducir las emisiones de CO2 por pasajero/kilómetro en un 25% para 2020 respecto a 2006 -explican desde la aerolínea alemana-, para lo que incorporaremos 150 aviones ecoeficientes en los próximos años, la mayor renovación de la flota de nuestra historia”. Algunos de los aviones ecoeficientes de su actual flota son el A330 y el A340-600, el avión que menos combustible consume (3,99 litros por pasajero cada 100 km.), y en los próximos años incorporarán el A380 y el B 747-8. “El nuevo avión de largo recorrido, el A380, que pronto estará operativo, establece un nuevo record en bajo
consumo de combustible: 3,4 litros por pasajero cada 100 kilómetros”, subrayan. Durante 2008, el Grupo Lufthansa ha desarrollado 120 proyectos medioambientales para reducir el impacto de sus aviones sobre el planeta. Algunos ejemplos son su Centro de Entrenamiento de Vuelo, que está ahorrando un 80% en consumo de energía; el sistema de gestión medioambiental de la división Lufthansa Cargo, que ha sido certificado con la norma ISO14001; o su nuevo sistema de lavado de motores que puede frenar las emisiones de CO2 en más de 78.000 toneladas.

En España, Iberia ha retirado 76 aviones e incorporado otros 60 nuevos entre 2003 y 2008. Actualmente, su flota está compuesta por dos únicas familias de aviones ecoeficientes –A340 y A320-, con una edad media de 7 años, aunque en torno al 45% de sus aparatos apenas supera los 4 años de antigüedad. La aerolínea española también ha reasignado los aeropuertos alternativos de destino por otros más cercanos, ha ajustado la velocidad de crucero y la altitud a los niveles óptimos en cada momento del vuelo y está utilizando la mitad de los motores durante el trayecto hasta el parking del aeropuerto. Asimismo, ha suavizado el peso de sus aeronaves con ligeras butacas de cuero en su flota de corto y medio radio, reduciendo la carga de agua potable y utilizando pinturas más ligeras en el fuselaje del avión. “Gracias a todas estas medidas, Iberia ha conseguido disminuir sus emisiones de CO2 un 17% en los últimos 5 años”, aseguran desde la aerolínea.

Iberia también está minimizando la contaminación acústica. Primero, con la renovación de su flota (los A320 son un 48% más silenciosos que los MD87 y MD88); segundo, limitando el uso de los motores auxiliares y de reversa; y tercero, mediante el nuevo sistema de navegación PRNAV (Precision Area Navigation), que permite a los aviones seguir trayectorias más precisas. “La compañía también cuenta con varios certificados de gestión medioambiental, entre los que destaca el UNE-EN ISO 14001:96 en la actividad de mantenimiento de aeronaves que realiza en sus instalaciones de La Muñoza (Madrid), en las que trabajan cerca de 4.000 empleados”, destacan.

 

El nuevo avión de largo recorrido de Lufthansa, el A380, establece un nuevo record en bajo consumo de combustible: 3,4 litros por pasajero cada 100 kilómetros.

Airbus 380 de Lufthansa.

Primer aeropuerto ecológico del mundo
Las Islas Galápagos, que asombraron al propio Darwin y que desde 1978 están consideradas Patrimonio Natural de la Humanidad por la UNESCO, fueron incluidas hace dos años en la lista de Patrimonios Naturales Amenazados. En este contexto, el Gobierno ecuatoriano ha impulsado la creación del primer aeropuerto 100% sostenible del mundo para reducir el daño al ecosistema del Parque Nacional de la Islas Galápagos. El consorcio argentino Corporación América, adjudicatario del proyecto, ha conseguido reducir la energía en un 60% frente a la consumida por un aeródromo tradicional con medidas como el aprovechamiento de la luz solar gracias a 1.350 m2 de placas solares, la instalación de turbinas eólicas o la utilización de un sistema que capta el agua de la lluvia. El nuevo aeródromo, que tiene un presupuesto de 20 millones de euros, se espera que sea pronto una realidad.

Otra iniciativa que llama la atención es la del nuevo Aeropuerto Chitose en Hokkaido (Japón), que a partir de 2010 espera acumular el 45% de la nieve caída para emplearla en los circuitos de refrigeración, emitiendo así menos gases de efecto invernadero.

“Una gran cantidad de emisiones contaminantes procede de los vehículos que trabajan en los aeropuertos, por lo que en mayo de 2002 lanzamos el Programa Vehículos Limpios de Heathrow”, explica Lisa O’Brien, del área de Comunicación del grupo aeroportuario BAA. Otras medidas adoptadas por la compañía británica controlada por la española Ferrovial se basan en la utilización de la energía solar y la biomasa y en la reducción del consumo de agua mediante un sistema que reutiliza el 85% del agua de lluvia en la T5.

En nuestro país, Aena ha invertido 199,2 millones de euros en adoptar medidas ambientales en el periodo 2006-2008. La entidad pública, que gestiona 47 aeropuertos españoles, está implantando sistemas de gestión ambiental conforme a la Norma UNE-EN-ISO-14001 en todos sus centros. Desde 1999, fecha en la que obtuvo la certificación del Aeropuerto de Barcelona, ha conseguido que actualmente toda su red esté certificada por esta norma. Aena también racionaliza el consumo de recursos naturales: el agua consumida en 2008 se redujo considerablemente gracias a medidas como un sistema de detección y solución de fugas,
campañas de sensibilización o la instalación de urinarios ecológicos. Asimismo, está reduciendo las emisiones de GEI al sustituir los vehículos de apoyo en plataforma por otros menos contaminantes, conjuntamente con los operadores de handling.

Respecto al control del ruido, en 2008 actualizó los mapas estratégicos de ruido de aquellos aeropuertos civiles que, superando los 50.000 movimientos comerciales anuales, presentaban variaciones significativas con respecto a años anteriores; concretamente los de
Barcelona, Madrid y Valencia. Entre las iniciativas para reducir el impacto acústico destacan la restricción de pruebas de motores y de vuelos de entrenamiento, la utilización de pistas preferentes o la navegación aérea de precisión. La gestión de residuos, tanto los no peligrosos (papel, plástico, restos de jardinería, vidrio, chatarra o neumáticos) como los peligrosos (agua con hidrocarburo, aceites, filtros o baterías) también se enmarca en su plan de actuaciones medioambientales.

 

Las Islas Galápagos contarán con el primer aeropuerto ecológico del mundo, en el que se ha conseguido reducir la energía en un 60% gracias a medidas como la instalación de 1.350 m2 de placas solares o un sistema que capta el agua de la lluvia.

Iberia A346.

Aviones más limpios y silenciosos
Con los modelos de aviones comerciales actuales, el pasajero de un vuelo de ida y vuelta entre Londres y Nueva York genera el mismo nivel de emisiones de efecto invernadero que un ciudadano medio europeo con su calefacción doméstica durante un año. Los dos grandes fabricantes aeronáuticos, Airbus y Boeing, trabajan para corregir esto con una nueva generación de motores y materiales menos pesados como la fibra de carbono.

Airbus ha lanzado el A350, que consigue reducir el consumo de combustible y las emisiones de CO2 en un 25% en relación a los aviones actualmente en circulación, mientras que el B787 Dreamliner de Boeing recorta ambos parámetros en un 20%. El Dreamliner empezará sus vuelos comerciales a lo largo de este año, mientras que al A350 no se le espera hasta 2013. Respecto al gigantesco A380, el único nuevo modelo que ya surca los cielos, tiene como gran baza ecológica la reducción del consumo de las emisiones por pasajero que consigue disparando su capacidad máxima por encima de las 840 plazas.

Sustituir el carburante de los aviones, el queroseno (Jet A), por biocombustibles sostenibles ha dejado de ser una utopía para materializarse en iniciativas concretas. Actualmente, los biocombustibles de nueva generación que se encuentran en fase avanzada de desarrollo para su uso en aviación son las algas y la jatrofa, aunque también se estudian otras fuentes potenciales como los halófitos y ciertos tipos de gramíneas. Las algas capturan CO2 y pueden cultivarse en agua salada en zonas desérticas, lo que garantizaría que no compitiesen por recursos tan valiosos para la producción de alimentos como el agua dulce y los terrenos cultivables. Una extensión de terreno equivalente a Bélgica sería suficiente para proporcionar carburante a todos los aviones comerciales del mundo.

Entre las empresas y consorcios que están desarrollando pruebas con nuevos combustibles sobresale el Grupo de Usuarios de Combustible de Aviación Sostenible, integrado por Boeing, el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), el Consejo para la Defensa de los Recursos Naturales y aerolíneas como Air France, SAS o Continental Airlines. Precisamente esta última realizó en enero del año pasado un vuelo de prueba con biodiesel obtenido a partir de algas y jatrofa, que redujo las emisiones de GEI entre un 60% y un 80% respecto al combustible convencional.

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