Tras un viaje a Grecia e Italia, Eduardo Chillida (1924 – 2202) queda impresionado por la escultura clásica y la pintura renacentista y comienza a interesarse por los efectos de la luz, la arquitectura, y el concepto del límite. La observación de la naturaleza y la búsqueda del espacio interno en la propia obra son elementos que configuran sus esculturas realizadas en hormigón y acero.
Esta escultura, en acero cortén y de grandes dimensiones (5.925 x 3.300 cm), fue realizada expresamente por Eduardo Chillida para el Aeropuerto de Bilbao. En ella, una vez más, el autor juega con el espacio y el no espacio, la presencia y la ausencia, la corporeidad y el aire... El propio Chillida dirigió la instalación de la pieza en el aeropuerto, en la que fue una de sus últimas acciones públicas.

'Elogio del Aire II', 2000. Eduardo Chillida