Sorprendente imagen dentro de la iconografía de Alberto García-Alix, que destaca por la belleza formal, propia de un tratado de anatomía del siglo XIX, y en la que la postura de la mano, la belleza del cuerpo, casi de bailarina, contrastan con la dureza del brazo de mujer completamente tatuado, en una época en la que los tatuajes no estaban tan normalizados como en la actualidad.

'El brazo de Ana, 1/3'. 1992. Alberto García-Alix