Porque estamos hechos, no de carne y hueso, sino de tiempo, de fugacidad, cuya metáfora inmediata es el agua (Atlas, Jorge Luis Borges)
El relato compuesto por las siguientes fotografías habla de un desvelo colectivo. Las imágenes reflejan la magnitud temporal de la urgencia y la emergencia. Aquel sobresfuerzo, ese ir y venir, de esquivar a la muerte, de atender la vida de los profesionales en primera línea de la crisis sanitaria. Son fragmentos de un momento histórico que ha sido embestido para hacernos entender que no todo es tiempo presente, sino tiempo inminente. En la vigilia y el cuidado continuo hemos dejado de ser dueños de nuestro sueño, nos ha envuelto el manto del insomnio. Nos hemos transformado en la manifestación del tiempo, en su despliegue, en su medida. Cada minuto es vivido en su expansión, en su intensidad. Hemos tomado conciencia del valor de la atención dejando nuestra salud en manos de los expertos. Las imágenes prueban que la urgencia reside en la mirada y en la palabra. En el gesto y la conciencia. Como un sujeto paciente, andamos presos de algo, de un tormento que incluye la desesperación y la esperanza. Por eso este libro también es un cuerpo traumatizado. Marcado por sus días y sus noches, herido en la pérdida, afectado por un duelo compartido. Testimonio de un sentir global. En cuyo interior se conserva la memoria del confinamiento, la fragilidad frente a la pandemia, y toda su tensión.
Mireia A. Puigventós
