Actualmente soy jefe de dotación y formador local SSEI en el Aeropuerto Adolfo Suárez de Madrid-Barajas. Dentro de Aena he tenido la suerte de haber trabajado como bombero en los aeropuertos de Pamplona, Valladolid y Santander. De todos ellos, conservo muy buenos recuerdos.
Mi afición por el arte, en general, y la pintura, en particular, me viene desde niño. Desde mis primeras copias de personajes de comics hasta los últimos cuadros que he firmado siempre me he sentido atraído por diferentes disciplinas artísticas: dibujo, pintura, literatura, música.
Me hago el encontradizo con pinceles, espátulas y colores que me esperan en un rinconcito de mi casa y así mezclo ideas sacadas del mundo físico real que nos rodea con el imaginario. Poesía, música, mitología, denuncia social... Todo cabe en un lienzo.
Las temáticas que más se repiten en mis cuadros son denuncia de las consecuencias dramáticas de las guerras: destrucción de ciudades, refugiados. Consumismo desmedido: abandono del mundo rural, sus costumbres y tradiciones. Obsolescencia y abandono de objetos (vehículos, basuras en entornos naturales…). Infiernos interiores del ser humano: soledad, desarraigo, paso irremediable del tiempo y sus secuelas, etc.
Conversaciones desde La Era
En esta obra se aprecian dos carros que reposan en La Era, con el pueblo de La Coronada (Badajoz) al fondo. Hasta mediados de los años 80, en este pueblo se dejaba reposar la cosecha de cereales, en La Era, allí se acaban de realizar los últimos trabajos de separación del grano de la paja. Con la incorporación de maquinaria cada vez más eficaz estas tareas, fueron desapareciendo y con ellas las eras dejaron de acoger los cereales cosechados, año tras año, antes de la llegada del verano. En la pintura vemos a dos carros pertenecientes a distintas épocas pasadas, uno que era tirado por animales y otro movido por tractores. Estos conversan sobre la evolución de las labores agrícolas desde tiempos pretéritos hasta nuestros días. El pueblo, que contempla La Era desde el fondo, tampoco es ajeno a este paso del tiempo, también ha vivido este paso del tiempo, tanto en sus construcciones como en sus habitantes y tradiciones. El caminar hacia el futuro lo vivimos todos y la nostalgia nos acompaña.
Ruinas
Este cuadro formaría parte del conjunto de obras que dedico al paso del tiempo, al abandono. En este caso, contemplamos un edificio que en un tiempo no tan remoto estaba lleno de vida, tenían una función práctica, así como una belleza, que, a mi entender, aún conserva pese a su estado de ruina. Casas en las que hasta mediados del siglo XX las familias vivían en mitad de un entorno agrícola y ganadero, en la zona de La Serena (Badajoz). Busco el encanto de edificios cotidianos, de antiguas casas en mitad del campo, de estaciones de tren abandonadas o del antiguo colegio de mi pueblo, antes de ser demolido.
Soledad y olvido
Con la imagen de un sillón viejo abandonado en mitad de una estancia, en donde no hay nada más, ni mobiliario ni personas, pretendo reflejar la rapidez con la que el tiempo pasa y los estragos que puede hacer a nivel físico o sicológico: merma de nuestras aptitudes o la soledad. La ventana abierta representa que el mundo afuera continúa, nuevas generaciones viven experiencias presentes sin percatarse, al menos en apariencia, de que el presente de hoy se podrá convertir en la enfermedad, la soledad o la nostalgia de mañana.