Lisboa, 2014
Lápiz y carbón sobre tabla 168x120 cm

Biografía/Trayectoria Artística

Natural de Tudela (Navarra}, soy licenciado en Bellas Artes por la Universidad del País Vasco y cuento con una trayectoria artística de más de treinta años. Antes de incorporarme a Aena, trabajé como profesor de dibujo de enseñanzas secundarias y como dibujante e ilustrador para diferentes revistas y agencias de publicidad, como, entre otras, Saatchi & Saatchi, Lowe RZR, TBWA, Grey, ELLE y Aldeasa (división Museum Musei).

Llevo dieciséis años trabajando en Aena, en el Aeropuerto Adolfo Suárez de Madrid-Barajas, compaginando mi puesto de Técnico de Operaciones en el Área de Movimiento con exposiciones periódicas en diferentes galerías y centros culturales. Las más significativas han sido en las ciudades de Madrid, Barcelona y Lisboa.

Mi obra ha sido seleccionada en varios certámenes, habiendo conseguido el segundo premio en el "Concurso de Jóvenes Artistas Navarros 1990" (Gobierno de Navarra) y el primer premio en el "Concurso Internacional de Pintura Villa de Aoiz 1994".



Reflexión sobre las obras premiadas

ATEMPORALIDAD
En esta serie la figura humana es el común denominador. Retratos de medio formato que proyectan la luz sobre personas que viven al margen de los días y que nadie enfoca. No hay juicio alguno sobre esos seres, a los que muestro sin falsa conmiseración y sin buscar satisfacer la morbosidad en la desgracia ajena de quienes les contemplamos, disfrutando -acaso- de nuestra propia y supuesta normalidad. La mirada y los golpes que asesta la vida son fundamentales, cada personaje es quien es y como es, habitando el mundo gracias a cada uno de sus trazos. Un trato respetuoso, nada condescendiente, siempre bajo el manto de la sinceridad.

Lisboa es un homenaje a esa ciudad "alfacinha y mundana", que conocí a principios de los noventa. Trabajadores africanos cruzaban el sereno mar de paja, coloreando la distinguida decadencia lisboeta, desde la Plaza del Comercio hasta la rabiosa vanguardia musical del Barrio Alto. Una Lisboa perdida y, hoy, herida de muerte por la anodina uniformidad que nos apabulla, resultando imposible encontrar oasis como ese de la Travessa da Trabuqueta. Un débil farolillo amarillo en su entrada como único signo de vida interior, donde un reducido grupo de marinos jubilados se embriagaban concienzudamente a ritmo de telenovelas brasileiras y partidos del Benfica.



Otras obras